La NASA ha confirmado que los recientes esfuerzos por desviar asteroides pueden tener consecuencias inesperadas y potencialmente peligrosas. En 2022, la agencia espacial estadounidense llevó a cabo la misión DART (Double Asteroid Redirection Test), donde logró modificar la trayectoria del asteroide Dimorphos mediante un impacto controlado. Aunque fue celebrado como un avance histórico en la defensa planetaria, nuevos estudios sugieren que esta estrategia podría no ser tan efectiva como se pensó.
El impacto de DART y sus consecuencias
La misión tuvo éxito al alterar la órbita de Dimorphos en 32 minutos, demostrando que un objeto de gran tamaño puede cambiar su trayectoria a través de un choque cinético. Sin embargo, un estudio publicado en The Planetary Science Journal reveló que el impacto generó más de 30 grandes rocas, expulsadas a velocidades superiores a 50 metros por segundo. Estos escombros no se dispersaron al azar, lo que representa un peligro potencial para la Tierra, como se menciona en El Confidencial.
Ante estos hallazgos, la comunidad científica ha comenzado a cuestionar la estrategia utilizada. Otro estudio reciente enfatiza la necesidad de reformular los cálculos para evitar futuros escenarios problemáticos, especialmente si se considera la posibilidad de un impacto inminente.
Los peligros de los corredores gravitacionales
Investigadores del Europlanet Science Congress, celebrado en Helsinki, advirtieron que golpear un asteroide de forma indiscriminada podría desviar su ruta hacia un “keyhole gravitatorio”. Esto significa que un asteroide podría regresar a una trayectoria de impacto con la Tierra años después. El investigador Rahil Makadia, de la Universidad de Illinois, explicó que un asteroide que pasa por uno de estos corredores podría colisionar con nuestro planeta en el futuro, lo que recuerda inquietantemente a la trama de la película Melancolía.
Los especialistas son claros: no solo se trata de desviar un asteroide, sino de elegir el punto exacto para el impacto. Factores como la forma, rotación, masa y topografía del asteroide son esenciales para determinar la trayectoria resultante tras la colisión. Un enfoque cuidadoso es vital para minimizar los riesgos a largo plazo.
El equipo científico ha desarrollado mapas de probabilidad que ayudan a identificar las zonas de la superficie con menor riesgo de reconducir el objeto hacia una futura colisión. Estos modelos son un avance crucial en la planificación de misiones de defensa planetaria y subrayan la necesidad de un enfoque más metódico y menos arriesgado en el futuro.
