La situación de las aerolíneas en México ha tomado un giro significativo, especialmente con el inminente regreso de Mexicana de Aviación. Esta aerolínea enfrenta el desafío de conectar a comunidades alejadas en lugares de difícil acceso, un papel que en gran medida ha sido desempeñado por Satena, una aerolínea colombiana dirigida por el Mayor General Óscar Zuluaga Castaño.
Conectividad a través de la aviación
Satena ha logrado establecer una red de vuelos utilizando una flota de 14 aviones tipo ATR, Embraer y Twin Otter, cubriendo 51 destinos desde y hacia Medellín. Hace tan solo nueve meses, esta aerolínea invirtió 95 millones de dólares (aproximadamente 1,900 millones de pesos mexicanos) en la adquisición de ocho aviones Twin Otter y un ATR-42. Estos aviones están diseñados para operar en aeropuertos pequeños, donde las aerolíneas comerciales no pueden aterrizar debido a la baja demanda.
En contraste, Mexicana de Aviación cuenta con solo tres aviones, entre ellos un pequeño Embraer-145 y dos nuevos Embraer E2. Actualmente, vuela a 14 destinos, de los cuales solo tres —Ixtepec, Ciudad Victoria y Palenque— son considerados de conectividad social, un aspecto que el estado debe fomentar para equilibrar las oportunidades socioeconómicas.
Desafíos y limitaciones operativas
A pesar de sus esfuerzos, Mexicana lidia con una ocupación promedio de 43.8% en sus vuelos, lo que representa un reto financiero considerable, ya que sus pérdidas son cubiertas con recursos fiscales. Durante el primer semestre de 2025, la aerolínea transportó solo el 0.3% del volumen de pasajeros nacionales, lo que subraya su limitada capacidad operativa.
Además, la aerolínea enfrenta la dificultad de certificar un segundo Embraer E2, lo que puede llevarle al menos dos meses. La llegada de otros ocho aviones está programada para los próximos 18 meses, pero el verdadero desafío radica en contar con pilotos capacitados para operar estos aviones.
La realidad es que mientras Mexicana intenta recuperar su lugar en el mercado, la competencia con aerolíneas privadas, que dependen de su eficacia en el mercado, se torna cada vez más desigual. Con una estructura de costos que no permite la rentabilidad, el futuro de la aerolínea estatal sigue siendo incierto.
