Un reciente estudio ha revelado que las olas de calor extremas en España podrían intensificar los episodios de migraña, un trastorno que afecta a millones de personas. Según la profesora de neurología Danielle Wilhour, de la Universidad de Colorado Anschutz, el aumento de las temperaturas y los cambios bruscos en el clima tienen un impacto directo sobre el cerebro humano, especialmente en quienes presentan predisposición neurológica.
En el artículo publicado en The Conversation, Wilhour señala que entre el 30 % y el 50 % de los pacientes con migraña identifican el clima como un desencadenante habitual de sus dolores. Factores como la bajada de presión atmosférica, la alta humedad y la exposición prolongada al calor son algunos de los elementos que pueden activar zonas sensibles del cerebro, desencadenando episodios de dolor intenso.
Pero, ¿por qué el cerebro reacciona de esta manera ante cambios en el entorno? La clave radica en la naturaleza del sistema nervioso de las personas con migraña, que tiende a ser más reactivo. Un cambio repentino en la presión barométrica, como puede ocurrir antes de una tormenta o durante una ola de calor, genera un desequilibrio entre el interior del cráneo y el ambiente exterior, lo que puede activar fibras nerviosas asociadas al dolor y provocar una respuesta inflamatoria.
Además de la presión, otros elementos como el exceso de luz solar, los cambios térmicos y los altos niveles de contaminación pueden agravar la situación. Estos factores alteran la forma en que el cerebro procesa la información sensorial, provocando crisis más intensas y difíciles de manejar. La combinación de varios de estos elementos puede convertirse en un detonante complicado de evitar, especialmente en regiones como España, donde el cambio climático está afectando de manera significativa el clima.
En este sentido, España se encuentra entre los países más vulnerables a estos fenómenos climáticos. Las temperaturas extremas del verano, junto con días de humedad elevada y contrastes térmicos cada vez más marcados, crean un entorno adverso para quienes sufren migrañas. Regiones como Andalucía, Castilla-La Mancha y la Comunidad Valenciana son testigos de un aumento en la frecuencia y severidad de los episodios de migraña, según diversos estudios realizados en el ámbito de la neurología.
Se estima que algunas personas llegan a sufrir hasta tres episodios diarios durante varias semanas, lo que puede llevar a la pérdida de empleo y a la búsqueda de soluciones alternativas. En este contexto, los neurocirujanos recomiendan adoptar medidas preventivas para anticiparse a los cambios climáticos. El uso de aplicaciones móviles o llevar un diario personal para detectar patrones puede ser fundamental para actuar con antelación, ajustar la medicación y evitar situaciones de riesgo.
Es fundamental mantener una buena hidratación, respetar los horarios de sueño y evitar comidas copiosas, ya que estos hábitos pueden ayudar a estabilizar el sistema nervioso. Además, complementos como gafas con filtro solar, técnicas de meditación y dispositivos de neuromodulación pueden resultar útiles para disminuir la sensibilidad ante factores meteorológicos. Para aquellos que sufren episodios severos, existen tratamientos preventivos que pueden ayudar a reducir la intensidad y la frecuencia de las crisis.
La creciente preocupación por el impacto del clima en la salud neurológica exige una mayor atención a las condiciones ambientales y su relación con los trastornos como la migraña. La ciencia continúa avanzando en la búsqueda de soluciones, pero la adaptación a un entorno cambiante se convierte en una necesidad urgente para quienes padecen este dolor incapacitante.