Las autoridades rusas han calificado de “imposible” la reforma del Consejo de Seguridad de la ONU debido a la falta de consenso entre los países miembros, cuyas posturas son “diametralmente opuestas”. Este miércoles, el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, enfatizó que es altamente improbable que las naciones logren un acuerdo sobre este tema, y subrayó que la configuración actual del consejo es la “única posible ahora mismo”.
Las declaraciones de Peskov se produjeron en respuesta a los comentarios del secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, quien ha abogado por la necesidad de reformar este órgano y limitar la capacidad de veto de los cinco miembros permanentes: Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, Francia y China. Según Guterres, la actual composición del consejo no refleja las realidades del mundo moderno, sino una estructura que data de 1945, año en que terminó la Segunda Guerra Mundial.
La crisis de legitimidad del Consejo de Seguridad
Guterres argumentó que esta falta de representación genera serios problemas de legitimidad y eficacia en la toma de decisiones a nivel global. Resulta curioso que, a pesar de las propuestas de reforma que han surgido, incluidos los esfuerzos por parte de países como Francia y Reino Unido para limitar el poder de veto, el consenso sigue siendo esquivo. Estas propuestas buscan especialmente abordar situaciones relacionadas con violaciones de los Derechos Humanos, un tema que ha cobrado relevancia en el ámbito internacional.
La realidad es que, sin el apoyo unánime de los miembros del consejo, cualquier intento de reforma queda condenado al fracaso. Las posturas enfrentadas entre los miembros permanentes y los intereses políticos de cada nación hacen que el camino hacia una reforma efectiva sea extremadamente complicado, como lo ha señalado Dimitri Peskov en sus declaraciones.
Implicaciones para la comunidad internacional
El estancamiento en este asunto no solo afecta a la ONU, sino que también repercute en la comunidad internacional, donde la falta de un consejo reformado limita la capacidad de respuesta ante crisis globales. La postura de Rusia y otros miembros permanentes resalta una preocupación mayor: el equilibrio de poder a nivel mundial y cómo esto impacta en la gobernanza global.
Así, la discusión sobre la reforma del Consejo de Seguridad de la ONU sigue abierta, pero con obstáculos significativos que dificultan cualquier avance. La comunidad internacional observa con interés, pero también con incertidumbre, ante un futuro donde la legitimidad y la eficacia del organismo están en juego.
