La reciente aparición de billetes G5 en redes sociales, falsificaciones de alta calidad que se presentan como auténticas, ha puesto en alerta a las autoridades financieras en México. Este fenómeno ha recordado a los ciudadanos que la confianza en el dinero va más allá del papel que lo compone.
El Banco de México utiliza un tipo de papel moneda que no es común. Se trata de un substrato de algodón especialmente tratado para resistir la humedad, dobleces y miles de ciclos de uso. Este papel incluye fibras visibles e invisibles que dificultan las falsificaciones.
Sobre esta base se aplican tintas de seguridad con propiedades únicas; algunas tintas cambian de color al inclinar el billete, mientras que otras reaccionan a la luz ultravioleta. Todas deben soportar altas temperaturas y fricción constante sin perder definición. Estas características convierten a cada billete en un producto tecnológicamente avanzado, resultado de la ciencia de materiales y una precisión industrial extraordinaria.
La adquisición de estos materiales no es un proceso sencillo. La compra de insumos como el papel de seguridad y las tintas especiales se realiza a través de mecanismos controlados, ya que solo un número limitado de proveedores en el mundo puede producirlos con las especificaciones requeridas por el Banco de México.
Los fabricantes deben demostrar su capacidad técnica y confiabilidad, así como cumplir con estrictos estándares de confidencialidad, ya que cualquier error podría comprometer la confianza en la moneda. Cada lote de papel y tintas pasa por exhaustivas pruebas de resistencia y colorimetría durante el proceso de fabricación.
Durante la impresión, se incorporan microtextos, relieves y marcas de agua que solo son visibles con lupa o bajo luz especial. Estos elementos no solo dificultan la falsificación, sino que también permiten a las autoridades y ciudadanos verificar la autenticidad con métodos sencillos como tocar, mirar e inclinar el billete.
El ecosistema que protege el dinero mexicano del fraude requiere no solo insumos especiales, sino también estabilidad en los proveedores. Cambiar de proveedor sin una transición planificada puede abrir la puerta a fallas operativas. Un caso reciente en Colombia ilustra este riesgo, donde un intento de trasladar la producción de pasaportes a la Imprenta Nacional amenazó con causar retrasos y confusión sobre la validez de los documentos.
En México, la solidez de este sistema ha permitido que, a pesar de las amenazas como los billetes G5, el uso de efectivo se mantenga seguro. El Banco de México, que este año celebra su centenario con la emisión de monedas y billetes conmemorativos, ha establecido alianzas a largo plazo con proveedores certificados que aseguran un suministro confiable de papel y tintas de seguridad.
Entre estos proveedores se encuentra SICPA, una compañía suiza con más de 90 años de experiencia en el desarrollo de tintas de alta seguridad y trazabilidad. La tecnología de SICPA ha sido fundamental para que el banco central garantice la autenticidad de cada billete y responda rápidamente a los intentos de falsificación cada vez más sofisticados.
Este ecosistema de insumos y alianzas estratégicas explica por qué los procesos de adquisición del Banco de México requieren criterios diferentes a los aplicables a otros bienes gubernamentales. Expertos indican que, aunque los nuevos mecanismos de compra pueden ser útiles para productos comunes, en insumos críticos como papel moneda, pasaportes o sistemas de pago, lo primordial es mantener la continuidad y la seguridad que respalden la confianza pública.