La inseguridad alimentaria golpea a 1 de cada 3 hogares mexicanos, según datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) difundidos por el Inegi. En los últimos tres meses, 12.85 millones de familias enfrentaron dificultades severas para llevar comida a su mesa debido a la falta de dinero o recursos, una cifra alarmante que representa el 33% de los hogares en México.
A pesar de los programas de apoyo gubernamental, el aumento del salario mínimo y la reducción del ritmo de inflación, millones siguen padeciendo hambre y restricciones alimentarias graves. Guerrero es el estado más afectado, con un impactante 57% de sus familias en inseguridad alimentaria, mientras que Aguascalientes presenta la proporción más baja con un 19.1%.
Situación crítica con consecuencias profundísimas
La inseguridad alimentaria —definida por la FAO como la falta de acceso regular a alimentos suficientes y nutritivos— no solo impacta la salud, sino que limita el desarrollo integral de las personas.
“El acceso inadecuado a alimentos nutritivos perpetúa ciclos de pobreza y marginación”, advierte Diego Arias, gerente de práctica en Agricultura y Alimentación del Banco Mundial.
Los datos también revelan que más de 816,801 hogares (6.4% del total) tuvieron que recurrir a medidas extremas y socialmente rechazadas para obtener alimento, como pedir limosna o enviar a menores a trabajar.
Millones pasan hambre diaria y el problema no cede
Al menos en 3.72 millones de hogares, una persona adulta experimentó hambre y no pudo comer, y en 2.68 millones hubo situaciones donde alguien dejó de comer todo el día o solo comió una vez. Esta condición grave se intensifica y vuelve crónica cuando la ingesta calórica insuficiente se mantiene, afectando la calidad de vida.
El investigador Uberto Salgado Nieto, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, destaca que este fenómeno es complejo, pues en México coexisten problemas típicos de países subdesarrollados, como el hambre y desnutrición, junto con altos índices de obesidad y diabetes. “A esto se suman la desigualdad y la pobreza, que agravan la situación alimentaria”, señala.
Impacto social y económico urgente
Esta crisis alimentaria afecta a millones en todo el país, poniendo en riesgo especialmente a niños, adultos mayores y otros grupos vulnerables. El acceso a una alimentación adecuada es clave para la salud pública, el desarrollo social y la estabilidad económica.
Ante estos datos reveladores, organismos internacionales y autoridades mexicanas enfrentan la presión de redoblar esfuerzos para garantizar el derecho básico a la alimentación. Expertos alertan que mientras no se atiendan las causas estructurales, los índices de inseguridad alimentaria pueden mantenerse o incluso empeorar.
Qué sigue y qué deben saber los mexicanos
Es fundamental que la opinión pública, sector privado y gobierno trabajen coordinadamente para aliviar esta crisis. Los programas de apoyo deben ampliarse, y la sociedad civil fortalecer las redes de ayuda. Además, se recomienda a las familias en situación de riesgo buscar apoyos locales y mantener la vigilancia sobre sus derechos alimentarios.
La inseguridad alimentaria en México no es solo una estadística, sino una realidad que millones viven día a día y que pone en jaque la estabilidad socioeconómica del país. La atención inmediata y compromiso colectivo son esenciales para enfrentar esta emergencia que suma ya 2025 como un año clave para revertir esta tendencia.
