Las amenazas de muerte en EE.UU. contra agentes de ICE se disparan un 8,000 %
Autoridades estadounidenses confirman un aumento alarmante en las amenazas de muerte dirigidas a oficiales del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en Estados Unidos, un incremento sin precedentes que se eleva a un 8,000 %, según informó Tricia McLaughlin, subsecretaria de Asuntos Públicos del Departamento de Seguridad Nacional.
Esta escalada en los ataques verbales y físicos contra los agentes de ICE se ha registrado en medio de la represión intensificada de la administración Trump contra la inmigración irregular. Los agentes enfrentan recompensas ofrecidas por sus asesinatos, amenazas directas a sus familias, acoso persistente y la divulgación de su información personal en línea, un fenómeno conocido como “doxing”, que eleva los niveles de peligro en su contra a cifras históricas.
Un nivel de violencia sin precedentes pone en riesgo a familias y oficiales
“Desde las recompensas puestas por sus cabezas por sus asesinatos, amenazas a sus familias, acecho y ‘doxing’ en línea, nuestros oficiales están experimentando un nivel de violencia sin precedentes”, explicó McLaughlin.
Esta situación crítica pone en evidencia el riesgo extremo al que están expuestos los agentes encargados de controlar y regular la migración, un tema que ha escalado en tensión en la frontera y dentro de los Estados Unidos. Además de la amenaza física, la persistencia del acoso digital genera un impacto emocional y psicológico profundo en los oficiales y sus familias.
Para México y la región latinoamericana, este aumento de violencia y hostilidad hacia los agentes de inmigración de EE.UU. es una alerta sobre las crecientes tensiones internas provocadas por las políticas migratorias más estrictas y las respuestas que estas generan en la sociedad estadounidense.
¿Qué sigue? Riesgos y respuestas oficiales
Ante este escenario, las autoridades del gobierno norteamericano deben fortalecer medidas de protección urgente para sus agentes, incluyendo la ciberseguridad, protección familiar y programas de asistencia emocional.
En el corto plazo, el nivel de amenaza puede intensificarse si continúan las políticas restrictivas y la retórica agresiva en torno al fenómeno migratorio. Para México, el seguimiento a estas tensiones es clave, dado que un aumento en la violencia podría afectar el flujo migratorio y la relación bilateral en temas de seguridad y derechos humanos.
Este problema también abre el debate sobre la seguridad y el bienestar de quienes trabajan en primera línea de control migratorio en cualquier país, una problemática que, aunque centrada en EE.UU., tiene repercusiones internacionales y humanitarias.
Por ahora, la declaración de Tricia McLaughlin es un llamado urgente a tomar conciencia y actuar rápido para detener esta espiral de violencia que pone en riesgo la integridad de los oficiales y sus familias en un contexto migratorio ya muy tenso y polémico.
































































