La Cineteca Manuel Barbachano Ponce fue el escenario de un emotivo conversatorio sobre el Cineforo Asterisco Cinematográfico, que durante seis años, de 2011 a 2017, ofreció un espacio único para el cine no comercial en Mérida. Bajo el título “Porque nos da la gana”, Laura Sánchez, Jimena Duval y Hernán Berny revisaron la historia de este cineclub, moderados por Natalia Pelayo, integrante del colectivo Libre Cinema.
Asterisco comenzó como una simple página de Facebook y rápidamente se transformó en un cineclub con funciones semanales, inicialmente en el Café Cairo de Itzimná. Laura Sánchez recordó que su objetivo era “romper la rigidez” de otros cineforos, creando ciclos temáticos que combinaban películas de diferentes géneros y épocas. Así, títulos de Fassbinder convivían con filmes populares como “Sharknado”, bajo nombres inspirados en canciones como “Déjenlos comer pastel” o “Fiebre de amor”.
La esencia de una comunidad cinematográfica
Jimena Duval, quien participó de manera remota desde Ciudad de México, mencionó que Asterisco nació de la necesidad de compartir un cine alternativo, en un tiempo donde las plataformas de streaming no eran tan accesibles. “El foro era una ventana para descubrir películas que difícilmente llegaban a Mérida”, comentó.
Hernán Berny destacó la importancia del diálogo posterior a cada proyección, donde el público se volvía protagonista. “Era emocionante ver cómo se formaban tribus de espectadores: los fieles al terror, los que solo asistían a comedias o quienes no se perdían ningún ciclo. Con el tiempo, se volvió una comunidad”, señaló.
El conversatorio también puso de relieve la labor de los cineclubes en la formación de públicos. Los participantes coincidieron en que estos espacios no solo brindan acceso a un cine diverso, sino que también fomentan el encuentro entre espectadores, creando amistades en torno a la pantalla. El ciclo “Porque nos da la gana”, que inspiró el nombre del evento, reflejaba el espíritu de Asterisco al elegir películas simplemente por el deseo de compartirlas.
El legado de Asterisco y su cierre
A pesar de su éxito, los integrantes de Asterisco recordaron que el final del proyecto no fue una decisión abrupta, sino la consecuencia natural de un ciclo. Durante seis años, programaron y proyectaron películas semanalmente, impulsados únicamente por su amor por el cine. Sin embargo, la carga de trabajo y la falta de recursos económicos comenzaron a desgastar el entusiasmo inicial. “Era algo que disfrutábamos, pero llegó un punto en que se volvió pesado”, admitieron.
El cierre del Café Cairo, uno de sus espacios aliados, coincidió con el final de Asterisco, generando un sentimiento de pérdida en la comunidad cinéfila de Mérida. “A veces, nadie quería irse, todos querían seguir platicando”, recordaron, enfatizando la importancia de la conversación post-proyección.
Durante el conversatorio, Martha Uc, cineasta yucateca cercana al proyecto, destacó el valor de haber creado un foro para películas imposibles de ver en la cartelera comercial. Otros asistentes compartieron sus experiencias de cineclubes en distintas partes del país, recordando que estas iniciativas enfrentan desafíos similares: la pasión sostiene, pero el dinero siempre termina imponiéndose.
Quedó en el aire la pregunta de si Asterisco podría regresar. Entre risas y nostalgia, sus fundadores no cerraron la puerta, aunque reconocieron que sería imposible retomarlo con la misma intensidad de antes. El archivo digital del cineforo, que incluye carteles y memorias de funciones como “Holy Motors”, permanece como testimonio de una época donde un grupo de entusiastas decidió compartir su amor por el cine.