Axel Kicillof, gobernador de la provincia de Buenos Aires, impulsa un giro estratégico hacia el diálogo político, en una clara señal de ruptura con el kirchnerismo que domina su espacio ideológico desde hace años. Esta nueva postura, respaldada además por Javier Alonso, ministro de Seguridad bonaerense, se ha evidencia con sus recientes intervenciones en medios adversarios, como el programa del reconocido periodista Carlos Pagni.
En declaraciones recientes, Alonso abordó la investigación sobre el triple crimen en América 24, un gesto que ha sido interpretado por analistas como un reconocimiento abierto a la necesidad de compartir con toda la sociedad, más allá de los círculos habituales del oficialismo. Por su parte, Kicillof manifestó su voluntad explícita de dialogar con el Presidente, lo que abre la puerta a nuevas negociaciones políticas y a un llamado al consenso.
Diálogo frente a extremismos
Este movimiento se perfila como un esfuerzo por ocupar lo que el autor denomina “el espacio del centro”, un terreno político cada vez más escaso en Argentina ante la polarización creciente. Frente a dos extremos que excluyen el diálogo –el kirchnerismo y La Libertad Avanza, movimiento encabezado por Javier Milei–, Kicillof y Alonso representan una opción distinta que prioriza la madurez política y la construcción de consensos a partir de la realidad y no de dogmas ideológicos.
Según el análisis, quienes adheren a estos extremos dejan poco espacio para la duda o la negociación. “El kirchnerismo privilegia los derechos humanos por encima de los derechos sociales y no acepta una política plural, mientras que La Libertad Avanza mantiene un rígido dogma fiscal que ignora las necesidades de la sociedad”, señala el texto original. Estos radicalismos profundizan fracturas sociales y económicas que afectan no solo a Argentina, sino que resuenan en toda América Latina, incluyendo México, por las tensiones similares entre sectores polarizados que enfrentan varios países en la región.
Aprender de ejemplos regionales
El artículo recuerda ejemplos clave de la región, especialmente la experiencia uruguaya, donde ex presidentes como Julio María Sanguinetti y Pepe Mujica lograron construir una democracia estable gracias al diálogo respetuoso y a la superación de dogmas. Este tipo de liderazgo, donde la realidad y la duda forman parte esencial del debate político, es presentado como la tabla de salvación para los países que se debaten en ambientes combativos y sectarios.
En Argentina, y por extensión para México y otros países latinoamericanos, la urgencia está en superar las divisiones extremas que dificultan la gobernabilidad. El texto enfatiza que la política verdadera requiere “talento y duda”, capacidades ausentes actualmente y sustituidas por obediencia ciega a jefaturas ideológicas.
Un futuro pendiente del centro político
Aunque el camino del centro político se presenta como un desafío en estos momentos, el autor resalta que no es imposible. La madurez y la voluntad política de nuevos líderes, como el propio Kicillof o un colectivo de gobernadores, podrían generar un cambio que ponga la realidad por encima de las ideologías extremas.
Establece con contundencia que gobernar implica pacificar y crear empleo, algo que, según la crítica contenida en el artículo, ni el kirchnerismo ni el gobierno libertario de Milei han logrado ni parecen interesados en alcanzar. El proyecto liberado por el líder de La Libertad Avanza está descrito como agotado, sin capacidad para mantener un equilibrio fiscal sostenible y dependiente del endeudamiento continuo.
Impacto en América Latina y México
Este fenómeno político argentino es un ejemplo vivo de la creciente polarización que afecta a muchos países de la región, México incluido. La falta de diálogo y la consolidación de grupos sectarios acercan a las naciones a crisis sociales internas y desaceleraciones económicas. El renacer del centro político y la reapertura del diálogo son vistos como la única esperanza para ampliar la cohesión social y promover un proyecto inclusivo que beneficie a la mayoría.
¿Qué sigue?
La expectativa ahora se centra en observar si esta inclinación hacia el diálogo de Kicillof y otros gobernadores se mantiene y se profundiza. Si logran convocar a una élite dirigente capaz de incorporar la duda y buscar soluciones para la sociedad en su conjunto, podrían abrir paso a una nueva etapa política en Argentina que repercuta en toda América Latina. La recuperación del espacio del centro será clave para definir el rumbo de la región en un 2025 marcado por altos riesgos y demandas sociales.
Por lo pronto, esta apuesta al diálogo rompe con décadas de confrontación ideológica cerrada y doblega la tradicional idea de que el centro político es un terreno vacío. La política comienza a mirar la realidad con ojos distintos y a priorizar la unión y el futuro colectivo, un mensaje urgente para México y otros países que lidian con extremismos y fracturas sociales.
