Bolivia vive una jornada histórica este domingo con más de 7.9 millones de votantes llamados a decidir en una segunda vuelta presidencial que puede poner fin a dos décadas del Movimiento Al Socialismo (MAS) en el poder. Los candidatos Rodrigo Paz y Jorge “Tuto” Quiroga se enfrentan en medio de una crisis económica sin precedentes y con un país en recesión tras el desplome de su principal motor: la industria del gas.
Una elección que definirá el futuro económico de Bolivia
El país andino enfrenta la más grave crisis financiera en años, con previsiones negativas para el crecimiento y una deuda pública creciente. Ambos candidatos ofrecen un giro radical hacia políticas liberales y una apertura económica para recuperar la estabilidad.
Rodrigo Paz, candidato del Partido Demócrata Cristiano, propone fortalecer la administración fiscal, evitar recursos externos inmediatos y basar su plan en créditos ya comprometidos. En contraste, Jorge Quiroga —con la alianza Libre— apuesta por recurrir rápidamente al Fondo Monetario Internacional (FMI) para obtener financiamiento externo y acelerar la recuperación.
El analista político Carlos Saavedra subraya que la gran diferencia entre ellos es si Bolivia irá o no sin demora al FMI, lo que implicaría un cambio rotundo respecto al modelo económico socialdemócrata que gobernó con Evo Morales y Luis Arce en los últimos 20 años.
Escenario político y división del voto en Bolivia
El desgaste del MAS, que impulsó un modelo con fuerte presencia estatal y políticas nacionalistas, ha abierto paso a una “ola a la derecha” en la región, similar a las recientes victorias de líderes como Javier Milei en Argentina y Daniel Noboa en Ecuador.
En un país marcado por profundas desigualdades, el voto se divide notablemente: Quiroga concentra su apoyo en sectores jóvenes, urbanos y de ingresos altos, mientras que Paz atrae a la población popular y campesina que tradicionalmente respaldaba al MAS.
La clave para ganar estará en la redistribución del voto nulo —más de 1.3 millones de bolivianos que anularon su voto en la primera vuelta siguiendo la convocatoria del ex presidente Evo Morales, quien se negó a participar por estar proscrito. Esta votación en el corazón político de Bolivia, la región de Cochabamba, puede definir el ganador.
Controversias en las fórmulas vicepresidenciales
La campaña se ha visto marcada por polémicas en los candidatos a vicepresidente: Edmand Lara, ex policía y compañero de fórmula de Paz, es conocido por sus polémicos ataques a medios y opositores vía redes sociales. En tanto, Juan Pablo Velasco, elegido junto a Quiroga, enfrenta denuncias por mensajes racistas contra la población andina revelados tras su postulación.
Estas polémicas han puesto en duda el compromiso cultural y la capacidad de liderazgo conciliador de ambos equipos, en un país que demanda unidad y diálogo frente a la compleja situación actual.
El futuro que enfrenta el próximo gobierno
Quien gane esta elección tendrá al frente un país con una emergencia económica que no admite demora. Como indica Saavedra, “será un gobierno bombero, que deberá enfocarse urgentemente en apagar un incendio que ya se propaga”, con la necesidad de implementar reformas económicas y políticas clave sin poder complacer todas las demandas sociales a la vez.
Además, el futuro presidente deberá lidiar con una Asamblea sin mayorías claras, lo que hace imprescindible un diálogo parlamentario eficaz para lograr gobernabilidad y evitar el estancamiento político.
Esta votación tiene un marcado impacto regional y puede anunciar un giro decisivo en la política boliviana y su relación con potencias occidentales, incluida la posibilidad de reactivar vínculos diplomáticos con Estados Unidos, rotos desde 2008.
Para México, el desenlace boliviano es relevante por la cercanía en políticas energéticas y comerciales, y por la influencia que este cambio puede tener en el tablero político latinoamericano durante 2025.
Los bolivianos decidirán hoy un rumbo que, más allá del país andino, refleja las tensiones y transformaciones que recorren América Latina en un año crucial para sus democracias y economías.
