ACTUALIZACIÓN: La Casa Blanca ha declarado la guerra a la “izquierda radical”, anunciando una persecución contra organizaciones e individuos opositores, tras el asesinato del organizador ultraderechista Charlie Kirk la semana pasada. Este movimiento ha generado una narrativa coordinada que amenaza con una represión feroz contra fuerzas de izquierda en Estados Unidos.
En un reciente comunicado, el presidente Donald Trump afirmó: “la izquierda radical ha hecho tremendo daño al país, pero lo estamos arreglando”, lo que subraya la urgencia de acciones legales contra quienes apoyan estas ideologías. La administración ya ha comenzado a preparar listas de “enemigos”, incluyendo a organizaciones como Open Society de George Soros y la Fundación Ford.
El presunto asesino, Tyler Robinson, de 22 años, fue arrestado sin evidencia de conexión con redes organizadas; sin embargo, la retórica del gobierno ha intensificado la percepción de un movimiento de “terrorismo doméstico”. El gobernador de Utah, Spencer Cox, expresó su desilusión al encontrar que el sospechoso era un estadounidense y no un “migrante o activista de izquierda”.
Trump ha amenazado con revocar las visas de extranjeros que expresen apoyo a la muerte de Kirk, y su equipo ha instado a los ciudadanos a reportar a quienes celebren este tipo de eventos. Stephen Miller, un asesor clave, advirtió que utilizarán todos los recursos del Departamento de Justicia para “identificar, irrumpir, desmantelar y destruir estas redes”.
La secretaria asistente del Departamento de Seguridad Interna (DHS), Tricia McLaughlin, acusó a los medios y a la “izquierda extrema” de incitar a la violencia, exigiendo el fin de la “demonización” de los agentes federales. Este discurso ha generado preocupaciones sobre un regreso a épocas de represión política, similar al macartismo.
Más de 100 organizaciones filantróficas han rechazado las amenazas de represión, advirtiendo que intentar suprimir la libre expresión “mina nuestra democracia y daña a todo estadounidense”. La indignación se extiende incluso entre algunos aliados de Trump, como Tucker Carlson, quien ha señalado que tales restricciones podrían justificar la “desobediencia civil”.
Mientras tanto, la Anti-Defamation League ha documentado que más del 70% de los ataques extremos y de “terrorismo” doméstico provienen de la derecha extrema, algo que contradice la narrativa actual del gobierno. Las tensiones políticas en EE. UU. han alcanzado niveles alarmantes, reflejando una crisis que muchos consideran sin precedentes.
Con esta escalada de medidas, la Casa Blanca parece estar preparando el terreno para una cacería que podría tener repercusiones significativas tanto en la política interna como en la percepción internacional de la democracia estadounidense. Los ojos del mundo están puestos en cómo se desarrollarán estos acontecimientos en los próximos días.
