Expertos en salud mental y neurociencia confirman que la adicción a ciertos alimentos ultraprocesados afecta el cerebro de manera similar a drogas como la nicotina, lo que genera un fenómeno de compulsión que cada vez impacta más en la población global, incluida México.
La doctora Claire Wilcox, psiquiatra e investigadora en trastornos alimentarios de la Universidad de Nuevo México, anunció que múltiples estudios realizados en las últimas décadas muestran que alimentos con alto contenido de azúcar y procesados activan la liberación de dopamina, el neurotransmisor clave en el sistema de recompensa del cerebro. Este proceso neurobiológico genera un condicionamiento neuronal comparable al que ocurre en adicciones a drogas.
¿Adicción o simple antojo? Nuevas pruebas científicas
La evidencia científica indica que este fenómeno va más allá de un simple gusto por ciertos alimentos. Los investigadores han detectado que la exposición constante a estos productos modifica la actividad cerebral en tres redes clave: el sistema de recompensa, la respuesta al estrés y el control ejecutivo. Estas alteraciones explican por qué algunas personas sufren antojos intensos, pérdida de control y síntomas de abstinencia al intentar dejar el consumo frecuente de estos alimentos.
Entre los síntomas estudiados se incluyen irritabilidad, náuseas y malestar emocional, similares a los reportados en adicciones clásicas como el alcohol o la nicotina. Esto confirma que la adicción a la comida puede desencadenar una dependencia real y trastornos asociados, incluyendo la obesidad y trastornos alimentarios como la bulimia nerviosa.
Desafíos y polémicas en el tratamiento
El gran reto radica en que, a diferencia de otras sustancias adictivas, la comida es esencial para la supervivencia, lo que imposibilita una abstinencia total. Sin embargo, expertos como la Dra. Kim Dennis han comenzado a impulsar tratamientos que combinan la reducción o eliminación específica de alimentos adictivos sin promover la restricción calórica extrema, con el fin de evitar recaídas y episodios de atracón.
Este modelo innovador impulsa un equilibrio entre la nutrición necesaria y la gestión de la adicción, aunque requiere de más investigaciones y validación clínica para su implementación masiva.
Reconocimiento global y próximos pasos en la lucha contra la adicción alimentaria
Un grupo creciente de expertos busca incluir formalmente el “trastorno por consumo de alimentos ultraprocesados” en manuales internacionales como el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales y la Clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud.
Este paso no solo reconocería oficialmente la gravedad del padecimiento, sino que también facilitaría la obtención de fondos para investigación y desarrollo de tratamientos personalizados. Así, millones de personas en México y el mundo que luchan en silencio podrían acceder a soluciones más efectivas y ser atendidas con mayor profesionalismo.
Hoy, este conocimiento está revolucionando la forma en que psiquiatras, neurocientíficos y profesionales de la salud abordan los trastornos alimentarios asociados a la adicción, confirmando que lo que antes se consideraba una simple falta de fuerza de voluntad tiene profundas raíces biológicas.
En México, donde las tasas de obesidad y trastornos alimentarios están en aumento, este avance representa una oportunidad para mejorar políticas de salud pública, tratamientos clínicos y campañas de prevención.
La comunidad científica sigue en la búsqueda de respuestas y nuevos métodos para romper el ciclo de adicción alimentaria, con la urgencia de enfrentar un problema que impacta la calidad de vida, la salud mental y física de miles de personas.
“La relación adictiva con la comida es tan real como con otras sustancias, y reconocerlo es clave para salvar vidas” – Claire Wilcox, Universidad de Nuevo México.
Este nuevo enfoque invita a reflexionar y actuar sobre cómo consumimos alimentos y cómo el sistema de salud puede adaptarse para atender esta creciente crisis con herramientas basadas en evidencias científicas.