Claudia Sheinbaum concluye su primer año de gobierno con avances limitados que no alcanzan a consolidar su sello ni su poder pleno en México. Aunque mantiene estabilidad financiera y estabilidad macroeconómica, su autoridad política enfrenta retos graves que definirán su segundo año en el poder.
El principal logro de la presidenta ha sido sortear sin confrontación directa al expresidente estadounidense Donald Trump y usar su presión para dar un giro en la política de seguridad. Sin embargo, esta estrategia abre dos interrogantes críticas: el combate decidido al huachicol vinculado a altos mandos de la Marina, y el juicio contra el líder del cártel de La Barredora que fue secretario de Seguridad en Tabasco bajo el gobierno de Adán Augusto López.
Desafíos políticos internos ponen en jaque su autoridad
En materia política, Sheinbaum ha demostrado temperamento y habilidad para mantener el equilibrio ante las fracturas internas, pero sin consolidar un liderazgo que imponga su visión. Las discrepancias con personajes clave de su propio movimiento Morena evidencian su falta de mando absoluto. Mientras Marcelo Ebrard sigue siendo un aliado sólido, otros como Ricardo Monreal, Gerardo Fernández Noroña y Adán Augusto López han tomado distancia o actúan con ambigüedad ante la debilitada unidad política.
El silencio o ambiguo manejo de Sheinbaum frente al desprestigio generado por estos cuadros genera preocupación sobre la fortaleza de su gobierno y el futuro de Morena.
Economía sin crecimiento y riesgos futuros
En el terreno económico, la presidenta consiguió contener la deuda pública y los indicadores macroeconómicos, pero el estancamiento del crecimiento sigue siendo un problema serio. La falta de crecimiento limita el desarrollo social y pone en riesgo la estabilidad futura, especialmente frente a retos como la negociación del tratado comercial con Estados Unidos y Canadá, vinculado ahora al combate al crimen y la migración.
Sheinbaum se ha apartado del enfoque confrontativo hacia el sector privado, lo que abre una posibilidad de mayor inversión, aunque condicionada por reformas polémicas como las judiciales y la reducción de órganos autónomos, que socavan la confianza en el sistema.
Seguridad y justicia en la mira
El giro en seguridad comienza a materializarse en acciones contra el huachicol y el crimen organizado, pero la pregunta clave es si la presidenta llevará estas acciones hasta las últimas consecuencias o se detendrá ante presiones internas. Estos pasos serán un termómetro decisivo de su voluntad política y capacidad para imponer su autoridad en un tema prioritario para México y su imagen internacional.
Segundo año con una apuesta clave
El desafío de Claudia Sheinbaum en su segundo año es claro: definir si logra finalmente imponer su mandato y establecer un liderazgo sólido que deje atrás los equilibrios frágiles y los titubeos de su primer año. Su capacidad para manejar las tensiones internas, concretar avances económicos reales y enfrentar el crimen organizado definirá su futuro político y la percepción ciudadana.
La mandataria tiene en sus manos no solo la decisión de mantener la estabilidad, sino de fortalecer su poder y credibilidad para avanzar en sus planes de continuidad con cambio. México está al tanto y espera resultados concretos que marquen una ruta clara en política, economía y seguridad.
“El reto es convertir la adversidad en oportunidad para ampliar su margen de maniobra, aún frente a la presión de Trump”, analiza un experto consultado.
Las próximas semanas serán decisivas para medir si Claudia Sheinbaum logra dar el paso que exige el país o si sigue navegando sin pie firme en un escenario cada vez más complejo y exigente.
