Astrofísicos y científicos ciudadanos celebran la detección de una estructura cósmica histórica. Recién anunciado, un doble círculo de ondas de radio —el más lejano y potente detectado— fue identificado a 7,500 millones de años luz de la Tierra, ofreciendo pistas inéditas sobre la evolución del universo temprano.
Un hallazgo que rompe paradigmas
La estructura llamada RAD J131346.9+500320 destaca por presentar dos anillos concéntricos de radio que se extienden a lo largo de 2.6 millones de años luz, algo extraordinario y hasta ahora muy raro en astronomía. Este fenómeno fue descubierto gracias a la colaboración entre el Laboratorio de Astronomía RAD@home y el avanzado radiotelescopio LOFAR, ubicado en Países Bajos y estaciones en Europa.
El equipo, liderado por el doctor Ananda Hota, integra científicos aficionados que, con formación básica, analizan datos con una precisión que supera la inteligencia artificial en reconocimiento de patrones tenues y complejos. Sin entrenamiento específico, identificaron de inmediato esta formación que ahora abre un nuevo capítulo para entender los procesos cósmicos en la historia del universo.
¿Qué son los círculos de radio y por qué importan?
Los ORC (siglas en inglés para círculos de radio extraños) son gigantescas ondas detectadas únicamente en largas frecuencias de radio, formadas por plasma magnetizado relativista. Su tamaño puede superar hasta 20 veces el diámetro de la Vía Láctea, pero su emisión es extremadamente débil en el espectro visible, dificultando su detección.
Según la Real Sociedad Astronómica, estos anillos provienen de eventos energéticos colosales vinculados a agujeros negros supermasivos, fusiones galácticas y ondas de choque que aún no se comprenden del todo. La doble estructura de RAD J131346.9+500320 sugiere un fenómeno tridimensional complejo y plantea más preguntas que respuestas sobre la dinámica del universo.
Importancia para la ciencia y el conocimiento del cosmos
La luz que emite esta estructura tardó 7,500 millones de años en viajar hasta nosotros, lo que significa que se formó cuando el universo tenía apenas la mitad de su edad actual. Este “fósil cósmico” es clave para estudiar cómo las explosiones energéticas provocadas por la actividad de agujeros negros influyen en la formación estelar y la evolución de las galaxias.
Hota explica que un gran evento explosivo en la galaxia central produjo ondas expansivas que reanimaron nubes de plasma antigua, haciendo brillar estos anillos. El doctor Pratik Dabhade, coautor del estudio, destaca que estos anillos no son casos aislados sino parte de un grupo más amplio de estructuras creadas por chorros y vientos energéticos de agujeros negros.
Un triunfo para la ciencia ciudadana y el futuro
Este descubrimiento es el primero en su tipo detectado por voluntarios participantes en RAD@home y el primero usando el radiotelescopio LOFAR. Expertos como el astrofísico australiano Ray Norris reconocen que la labor humana sigue siendo esencial porque la inteligencia artificial no ha aprendido aún a identificar estos fenómenos por la escasez de datos confirmados.
Además, el equipo detectó otros dos grandes cuerpos con características nunca vistas que refuerzan la teoría de que la interacción entre chorros relativistas y plasma caliente en cúmulos de galaxias es vital para estas estructuras gigantes.
Los próximos años serán clave con la construcción del radiotelescopio Square Kilometer Array (SKA) en Sudáfrica y Australia, que permitirá detectar cientos de estos círculos con una sensibilidad inédita a partir de 2028. Este instrumento promete revolucionar la cosmología y resolver por fin los misterios de los ORC.
Mientras tanto, la combinación de tecnología avanzada y la participación activa de voluntarios en todo el mundo mantendrá viva esta carrera científica. Como concluye el doctor Hota,
“el reconocimiento humano sigue siendo indispensable para descubrir y entender estas estructuras que desafían nuestra comprensión del cosmos”.
¿Qué sigue?
Este descubrimiento abre una nueva ventana al pasado violento y creativo del universo y pone en evidencia la fuerza de la colaboración global. En México y el mundo, las comunidades científicas y amateurs seguirán trabajando juntas para identificar más ORC y desentrañar sus secretos, ofreciendo avances continuos en astronomía y física espacial.