ACTUALIZACIÓN: La política en México está siendo transformada en un espectáculo superficial, donde el postureo predomina sobre la acción efectiva. En un contexto de redes sociales, actores públicos se centran en imágenes y gestos que aparentan cercanía, pero carecen de acciones concretas para resolver problemas estructurales que enfrenta la ciudadanía.
Los últimos datos muestran que esta tendencia, que se intensifica cada día, erosiona la confianza de los ciudadanos hacia sus gobernantes, quienes prefieren el marketing personal y las selfies con la población en lugar de implementar políticas públicas que combatan la desigualdad y mejoren las condiciones de vida. La socióloga Hannah Arendt advirtió que la auténtica acción política requiere deliberación y pluralidad, pero el postureo reduce la política a meros actos instrumentales.
Recientemente, se observó a legisladores tapando baches y entregando despensas en eventos publicitados, actos que, aunque parecen positivos, solo refuerzan una lógica clientelar y paternalista. Según el filósofo Byung-Chul Han, en esta “sociedad de la transparencia”, lo que importa no es el ser, sino el mostrarse, lo que lleva a los políticos a medir su éxito por el número de likes y retuits, en detrimento de la calidad de las políticas públicas.
El sociólogo Guy Debord también alertó sobre el riesgo de que la representación sustituya la realidad, y esto es evidente en el contexto actual, donde la imagen pública parece ser más importante que el compromiso real con el bien común. La ciudadanía está cansada de un liderazgo que se conforma con la escenificación de sensibilidad social en lugar de abordar las verdaderas necesidades de la población.
La necesidad urgente de un cambio se hace evidente: la política debe retomar su función ética y democrática, enfocándose en la construcción del bien común. La solución a los problemas sociales no se encuentra en parches temporales y fotos para redes sociales, sino en obras públicas planificadas y políticas que generen empleo digno y justicia social.
La situación actual exige que los gobernantes asuman la responsabilidad de transformar realidades y dejen a un lado el postureo que solo sirve para crear un espejismo de acción. La ciudadanía necesita líderes que actúen con integridad y compromiso, no solo para la cámara, sino para el futuro de México. La política debe ser un espacio de acción genuina, donde las decisiones se tomen en función de la verdadera mejora de la vida de la población.