ACTUALIZACIÓN: En un giro político sin precedentes, el gobernador Salomón Jara Cruz anunció que presentará una iniciativa de ley esta semana para prohibir que calles, avenidas o espacios públicos lleven el nombre de gobernadores o funcionarios, ya sean en funciones o retirados. Durante su conferencia matutina, Jara fue contundente: “Nunca, nunca, y voy a presentar una iniciativa de ley para que nunca más un gobernador ponga el nombre a una calle, a una avenida, a un municipio”.
La propuesta del gobernador es una respuesta directa al culto al ego y a la permanencia simbólica del poder en el espacio público, prácticas comunes en administraciones anteriores. “Me parece un insulto al pueblo estar poniéndole el nombre de un gobernante”, enfatizó, refiriéndose a la avenida Guadalupe Hinojosa de Murat, que fue renombrada a “Nuunita Nuyoo”, un nombre en mixteco que significa “Llano de flores” en el municipio de Santa Cruz Xoxocotlán.
Jara celebró este cambio y propuso promover el uso de lenguas originarias como un acto de reivindicación cultural. “Yo siempre he dicho que póngase el nombre en zapoteco, mixteco, chinanteco, huave, triqui, zoque… hay muchísimos”, expresó, destacando la belleza de los nombres que reflejan la diversidad cultural de Oaxaca.
Esta iniciativa busca frenar una costumbre profundamente arraigada en la política mexicana: la práctica de inmortalizar figuras del poder a través de nombres de calles, escuelas, hospitales y parques. Jara coincide con las críticas de diversos sectores sociales que argumentan que esta práctica perpetúa hegemonías y desplaza identidades locales.
Aún no se conocen los detalles técnicos del proyecto, pero el gobernador adelantó que será presentado al Congreso local en los próximos días. Si se aprueba, Oaxaca podría convertirse en la primera entidad del país en prohibir oficialmente que calles, municipios u obras públicas lleven el nombre de gobernantes, marcando un precedente significativo en la política mexicana.
La propuesta también abre un debate sobre la reivindicación de las lenguas y cosmovisiones indígenas como ejes para nombrar espacios públicos, en contraste con el centralismo que ha caracterizado a la infraestructura gubernamental. Aunque falta por ver cómo será recibida la iniciativa en el Congreso estatal, el mensaje de Jara establece una postura clara contra la egolatría política y busca devolver el territorio a sus pueblos.
Las implicaciones de esta reforma podrían tener un impacto duradero en la forma en que se percibe el poder en México, invitando a la reflexión sobre la identidad y la memoria colectiva. La comunidad espera con expectación el desarrollo de esta propuesta, que podría transformar la relación entre el gobierno y la sociedad en Oaxaca.
