Nuevos reportes confirman que la visita de Marco Rubio a México ha revelado el uso de aranceles como una herramienta de presión política más que económica. A pesar de los datos del Departamento de Comercio de EE. UU., que indican que el gobierno de Donald Trump está sufriendo los efectos adversos de su política arancelaria, Rubio dejó claro que estas medidas se mantienen firmes.
Los datos más recientes muestran que, desde abril, el déficit comercial con países como Taiwán, Vietnam y China ha aumentado, mientras que la estrategia de aranceles impuesta no ha logrado corregir la situación. Sin embargo, la política de Trump parece enfocarse menos en la economía y más en el control político, algo que Rubio enfatizó durante su visita.
El mensaje de Rubio fue contundente: Washington no está satisfecho con la forma en que México maneja la seguridad y tiene la vista puesta en las elecciones de 2026. Su objetivo es demostrar que ha obligado a México a actuar frente a la migración y el tráfico de fentanilo, un mensaje que resuena con su base republicana.
Rubio, conocido por su postura dura en política exterior, busca reforzar su imagen como un líder que “pone orden”. A pesar de que el déficit comercial crece, el verdadero interés es mantener el poder de imponer sanciones. Este enfoque de castigo recuerda a la amenaza de aranceles que Trump utilizó en 2019 para frenar la migración, lo que resultó en concesiones por parte de México.
Durante su encuentro con la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, ambos anunciaron la creación de un grupo de cooperación en seguridad y algunos avances bilaterales. Sin embargo, el trasfondo de esta colaboración es claro: reforzar la agenda política en temas de migración y crimen.
La narrativa de culpar a México por los problemas de migración y el tráfico de fentanilo es una táctica que resuena en el electorado de Trump, que aplaudiría cualquier victoria simbólica en este frente. Washington, consciente de que puede negociar en el ámbito comercial cuando lo necesite, sabe que México se encuentra en una posición vulnerable ante la presión comercial.
Este escenario plantea una pregunta crítica: ¿realmente se busca una solución al crimen organizado y la seguridad, o simplemente se busca mantener una imagen de control? La presión comercial se convierte en un castigo similar al de un padre que cancela vacaciones familiares para disciplinar.
Las implicaciones de esta dinámica son profundas. Mientras México navega por esta relación complicada, el enfoque en el poder político y el control parece prevalecer sobre las soluciones efectivas a problemas compartidos. La situación actual es un recordatorio de que, en la política, el mensaje y la percepción a menudo importan más que los resultados reales.
En las próximas semanas, será crucial observar cómo se desarrollan estas negociaciones y qué medidas se implementan en respuesta a la presión ejercida por Washington. La capacidad de México para contrarrestar esta dinámica será vital para su futuro en la relación bilateral.
