Alexis Roig, uno de los principales expertos internacionales en diplomacia científica y geopolítica del conocimiento, acaba de revelar una visión clara y urgente: México tiene el potencial para consolidarse como líder regional en diplomacia científica y urbana hacia 2035. Estas declaraciones las hizo durante la 13a Feria del Libro de Relaciones Internacionales del Instituto Matías Romero en Ciudad de México, un evento que reunió a diplomáticos, académicos y organismos internacionales bajo el lema “Hacia una política exterior humanista”.
Con más de dos décadas asesorando a gobiernos y organismos multilaterales, Roig destacó que la diplomacia científica es “una infraestructura de confianza” indispensable en tiempos de polarización y desinformación. “La ciencia es el último lenguaje común en un mundo fragmentado”, afirmó, señalando que México puede tender puentes entre Norte y Sur con base en la ética, la transparencia y la cooperación tecnológica.
El reto inmediato del T-MEC: dejar de ser ensambladores y apostar por la innovación
Frente a la revisión del T-MEC en 2026, Roig advierte que México debe transformar la relación asimétrica con Estados Unidos y Canadá. Más del 80% de las exportaciones mexicanas se dirigen al norte, por lo que cualquier arancel, como los impuestos por la administración Trump, afecta de inmediato. Pero el verdadero blindaje, dice, está en integrar cooperación científica en inteligencia artificial, semiconductores y energías limpias. Si México impulsa proyectos conjuntos de investigación y desarrollo, la presión política en Washington para poner en riesgo el acuerdo será mucho mayor.
Además, destacó la importancia de coordinar con Canadá en una agenda tecnológica regional para fortalecer la relación bilateral y convertir a Norteamérica en un bloque donde la ciencia y la tecnología sean ejes centrales.
Diplomacia multipolar: México entre BRICS y G20
RMéxico hizo historia al participar como observador en la cumbre de los BRICS en Río y alista su asistencia en noviembre al G20 en Johannesburgo. Según Roig, estos movimientos posicionan al país en escenarios clave: mientras BRICS es un foro de multipolaridad con economías emergentes como Brasil, India y Emiratos Árabes Unidos, el G20 agrupa a potencias globales y discute temas críticos como financiamiento climático y gobernanza digital.
Roig apuesta por un papel activo de México en estos foros como potencia media que propone soluciones concretas en cambio climático, salud e innovación, apoyándose en su liderazgo en CELAC y el foro MIKTA, que reúne a países intermedios con gran potencial de cooperación científica.
Relación con China y la Unión Europea: pragmatismo y alianzas estratégicas
Sobre la relación con China, Roig aconseja cautela, destacando que México no puede ignorar a la segunda economía mundial pero debe mantener su ancla con Estados Unidos. El caso de la cancelación de la planta BYD mostró la presión política exterior que pesa sobre decisiones económicas. Sin embargo, subrayó campos legítimos para la cooperación como la movilidad eléctrica, biomedicina y agricultura de precisión, especialmente a través de diplomacia urbana y alianzas entre ciudades como CDMX-Shanghái y Monterrey-Shenzhen.
Por otro lado, la reciente modernización del acuerdo entre México y la Unión Europea representa un salto cualitativo para la integración científica y tecnológica. Roig destacó que esta alianza abrirá el acceso directo a fondos europeos para universidades e instituciones mexicanas, fortaleciendo proyectos en biomedicina, inteligencia artificial y transición energética. Este nuevo marco ofrecerá a México una verdadera proyección global en diplomacia científica.
Este avance se complementa con la visita oficial anunciada del presidente francés Emmanuel Macron a México en noviembre, una oportunidad para profundizar esta agenda estratégica.
Diplomacia científica iberoamericana y liderazgo climático
Roig recordó la experiencia europea en diplomacia científica que refuerza la confianza y la cooperación bajo un marco ético y transparente, explicando que esta lección es aplicable a Iberoamérica, donde México desempeña un rol clave junto con la SEGIB y la OEI para articular una estrategia regional.
Recientemente, México fue sede de la primera reunión ministerial rumbo a la COP-30 en Belém, un movimiento estratégico que reafirma su liderazgo climático en América Latina y el Caribe. La llamada “COP de la verdad” busca consolidar un bloque unido con perspectivas basadas en ciencia, solidaridad y acción colectiva, con compromisos como alcanzar el 35% de energías renovables para 2030 y proyectos emblemáticos como Sembrando Vida.
El rol global de las ciudades mexicanas en la diplomacia científica y urbana
Más allá de la diplomacia tradicional, las ciudades mexicanas ya son actores internacionales activos. CDMX destaca en redes globales como C40 con proyectos de movilidad eléctrica y transporte sostenible. Monterrey, Guadalajara y Mérida también tienen presencia en hubs de innovación, industrialización y resiliencia climática.
Roig enfatiza que la diplomacia urbana complementa la estatal ofreciendo soluciones concretas en energía, tecnología y gestión climática, convirtiendo a México en un referente en diplomacia científica con impacto global.
La visión para México en 2035: potencia científica y urbana con ética y evidencia
El mensaje final de Alexis Roig es claro: si México articula esta agenda de diplomacia científica, puede ser una potencia media con legitimidad global y capacidad de mediación en la política internacional. A los jóvenes diplomáticos les recomienda enfocarse en ciencia, tecnología y gestión urbana, así como cultivar la ética científica para sostener la verdad frente a la desinformación y el ruido mediático.
“La diplomacia del futuro no se hará sólo en cancillerías, sino también en laboratorios y alcaldías”, concluye Roig, ofreciendo a México la oportunidad única de transformar su política exterior y su proyección internacional en el horizonte cercano.
