La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo y el primer ministro canadiense Mark Carney anunciaron hoy un acuerdo histórico para coordinar esfuerzos contra el narcotráfico y el tráfico de drogas, incluyendo el fentanilo, en diversas rutas de Norteamérica.
El pacto, firmado durante una conferencia conjunta en Palacio Nacional tras una reunión privada, establece el intercambio de inteligencia, la coordinación de operativos conjuntos y el fortalecimiento de la ciberseguridad y el control fronterizo para frenar el paso de drogas, armas y dinero ilícito que afecta a ambos países.
En un momento clave de la conferencia, Carney reconoció sin medias tintas la presencia de organizaciones criminales mexicanas en territorio canadiense, así como pandillas canadienses operando en México.
“Hay cárteles mexicanos en Canadá y pandillas canadienses en México… y viceversa,” afirmó Carney.
Esta declaración rompe con la narrativa tradicional y confirma la creciente complejidad del crimen organizado transnacional.
Sheinbaum destacó que el acuerdo respeta la soberanía de ambas naciones y subrayó la importancia de atender las causas estructurales del narcotráfico mientras se fortalecen las acciones de prevención y persecución. “No vamos a proteger a nadie, pero hasta ahora no hay información suficiente para proceder”, afirmó respecto a las recientes sanciones de EE.UU. contra seis personas vinculadas al cártel de Los Mayos, incluyendo a Hilda Araceli Brown, diputada federal de Morena y exalcaldesa de Rosarito acusada por Washington de colaborar con narcotraficantes.
La presidenta explicó que la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) había investigado el caso pero no encontró pruebas para congelar cuentas o abrir una investigación formal. Sin embargo, advirtió que si Estados Unidos presenta evidencias sólidas, la Fiscalía General de la República (FGR) actuará conforme a derecho.
Una amenaza compartida y un compromiso urgente
Este acuerdo llega en un momento crítico, cuando las redes criminales usan rutas que van más allá de México y Estados Unidos, involucrando a Canadá como destino y punto de distribución. El narcotráfico transnacional se ha complicado con la incorporación de delitos como la cibercriminalidad, el lavado de dinero y el tráfico de precursores químicos, áreas en las que México y Canadá reconocen estar rezagados.
El pacto representa un giro importante al aceptar públicamente que el crimen organizado se ha internacionalizado y aprovecha puntos vulnerables en ambos países. La colaboración incluye el fortalecimiento de sistemas de inteligencia y operativos combinados que buscarán interrumpir estas redes desde sus respectivas jurisdicciones.
Retos y próximas acciones
Los gobiernos de México y Canadá enfrentan la tarea doble de coordinarse eficazmente y limpiar sus propios gobiernos de cualquier vínculo con el crimen organizado. La diplomacia de hoy se traduce en un compromiso político, pero el éxito dependerá del rigor en la implementación, la calidad del intercambio de información y la persecución de actores políticos y económicos involucrados.
Sheinbaum y Carney han dejado un mensaje claro: la lucha contra el narcotráfico será un compromiso de Estado y no un tema pasajero. En las próximas semanas se esperan acciones conjuntas concretas y la integración de equipos especializados para dar seguimiento a este histórico acuerdo.
La sociedad mexicana debe estar atenta, ya que el combate a estas mafias afecta desde la seguridad pública hasta la economía y la estabilidad social. La alianza con Canadá abre una nueva frontera en la guerra contra el narcotráfico, mostrando que el problema ya no es solo nacional, sino continental.
