El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha tomado una decisión que ha generado un fuerte impacto en el sector agrícola de Florida al imponer un arancel “antidumping” del 17.09 por ciento a los tomates mexicanos. Esta medida, reportada por el diario británico Financial Times, busca proteger a los agricultores estadounidenses, quienes ven el nuevo impuesto como un salvavidas para una industria que enfrenta serias dificultades.
Bob Spencer, presidente de West Coast Tomato, expresó su sorpresa ante la disposición de la administración Trump para enfrentar esta situación, afirmando: “Fue impactante ver a la Administración Trump dispuesta a plantar cara y darnos lo que creíamos que nos correspondía”. Sin embargo, esta política también ha desatado críticas sobre el enfoque proteccionista del gobierno estadounidense, como lo señala Juan Carlos Baker Pineda, investigador de la Universidad Panamericana y ex titular de la Subsecretaría de Comercio Exterior en México. “Hay movimientos políticos, como en Florida en este caso, que son más importantes que el comercio”, afirmó.
Desde el lado mexicano, la preocupación es palpable. Germán Gándara Fernández, presidente de la Asociación Mexicana de Horticultura Protegida (AMHPAC), subrayó que el arancel ya está impactando al sector, obligando a los productores a ajustar sus contratos y precios. “Todos están muy preocupados en ambos lados de la frontera. Si esta cadena de suministro se rompe, el desempleo no sería bueno para ninguna de las partes”, advirtió Gándara, quien también es director ejecutivo de Ganfer Greenhouses, uno de los mayores productores de tomate en México.
El vicepresidente ejecutivo de la Bolsa de Tomate de Florida, Robert Guenther, también destacó la incertidumbre en el sector, señalando que actualmente no hay conversaciones en curso sobre el tema. “Creo que todos están aquí sentados, tratando de entender cómo funcionará esto”, manifestó. Mientras tanto, algunos pequeños agricultores en México ya enfrentan dificultades para exportar, ya que no pueden cubrir los depósitos en efectivo ni las fianzas necesarias para afrontar los nuevos aranceles.
A pesar de las tensiones, el Financial Times señala que Estados Unidos no tiene un sustituto inmediato para los tomates mexicanos, especialmente durante el invierno, dado que México provee más del 60 por ciento de los tomates frescos consumidos en territorio estadounidense. El Consejo Nacional Agropecuario (CNA) de México prevé que el consumidor estadounidense deberá asumir un aumento del 11.5 por ciento en los precios debido a esta medida.
Por otro lado, en un esfuerzo por regular el mercado, el Gobierno de México, a través de la Secretaría de Economía y la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER), ha propuesto establecer precios mínimos de exportación para el tomate fresco. Este proyecto, presentado ante la Comisión Nacional de Mejora Regulatoria (CONAMER), establece precios mínimos que varían según el tipo de tomate, con el objetivo de asegurar la producción y aumentar la competitividad nacional. Por ejemplo, el precio mínimo de exportación para los tomates tipo Cherry y Bola sería de 1.70 dólares por kilo, mientras que para el tomate tipo Roma se fijaría en 0.88 dólares por kilo.
Las autoridades mexicanas subrayan que el establecimiento de estos precios mínimos no busca restringir volúmenes ni fijar precios máximos, sino más bien fortalecer la industria y evitar distorsiones en el mercado. “El establecimiento de precios mínimos de exportación contribuye a mantener el acceso a los mercados internacionales y el orden del comercio exterior del sector”, señalaron en su propuesta.
Con el fin de adaptarse a la nueva dinámica del mercado, la Coordinación General de Producción Agrícola y Ganadera, así como la Dirección General de Disciplinas de Comercio Internacional, revisarán anualmente los precios mínimos de exportación, con posibilidad de actualizarlos en función de los costos de producción y precios de referencia internacionales. Este enfoque busca no solo proteger a los productores, sino también asegurar la estabilidad en la relación comercial entre México y Estados Unidos, en un contexto donde la incertidumbre y la competencia son cada vez más desafiantes.
En conclusión, la decisión de Trump de implementar un arancel a los tomates mexicanos ha generado una serie de reacciones en ambos lados de la frontera, reflejando la complejidad de las relaciones comerciales entre estos dos países. Mientras los agricultores de Florida ven en esta medida una oportunidad para revitalizar su industria, los productores mexicanos se enfrentan a un panorama incierto que podría repercutir en el acceso a los mercados y en los precios que deberán pagar los consumidores estadounidenses.