La noche del pasado 15 de marzo, un incidente inesperado sorprendió a los transeúntes del centro de Mérida, cuando un caballo que tiraba de una calesa se desplomó en plena vía pública. El hecho ocurrió alrededor de las 10 de la noche, en la intersección de la calle 62 con 65 y 67, generando preocupación entre los presentes.
De acuerdo con testigos, el caballo parecía estar en buenas condiciones hasta que, repentinamente, cayó al suelo. La escena alarmó a quienes pasaban por el lugar, que se detuvieron para observar y ayudar. En pocos momentos, el chofer de la calesa y una mujer que lo acompañaba intentaron levantar al animal, que parecía tener dificultades para ponerse de pie.
Después de aproximadamente cinco minutos de intentos, el caballo finalmente logró recuperarse y se incorporó, para alivio de los presentes. Al acercarse para preguntar sobre el estado del animal, un reportero obtuvo la confirmación de que le habían dado agua. Sin embargo, un transeúnte sugirió que le ofrecieran más bebida, subrayando la importancia de cuidar al animal en esa situación.
El chofer, quien había estado trabajando desde las 4 de la tarde, explicó que el desplome podría haber sido causado por la presencia de aceite en el pavimento. Este detalle generó una conversación entre los presentes sobre las condiciones de las calles y la seguridad de los caballos que realizan este tipo de trabajo en el centro histórico.
Una vez que el caballo se puso de pie, los pasajeros de la calesa se subieron nuevamente y continuaron su camino, casi como si el incidente no hubiera sucedido. Este tipo de situaciones pone de relieve la necesidad de garantizar el bienestar de los animales que trabajan en la ciudad, así como la importancia de la vigilancia por parte de las autoridades locales.
El suceso, aunque aterrador para quienes lo presenciaron, concluyó sin mayores consecuencias. Aun así, sirve como recordatorio de la responsabilidad que implica el uso de animales en el transporte público y la atención que se debe prestar a su salud y seguridad.