La Unesco acaba de redefinir la cultura como una inversión estratégica que impulsará empleo e innovación en México y América Latina.
En la 43ª Conferencia General celebrada en Samarcanda, Uzbekistán, la directora general Audrey Azoulay afirmó que “la cultura no es un gasto, es inversión en cohesión, identidad y desarrollo humano”, subrayando que el futuro del desarrollo sostenible pasa por unir al sector privado con la política pública.
Esta declaración marca un giro urgente en la agenda mundial donde la cultura deja de ser vista como gasto para convertirse en motor económico. La Unesco destacó que la economía creativa genera más de 2.2 billones de dólares y representa el 6.2 % del empleo global, pero solo recibe el 0.23 % de la ayuda oficial al desarrollo, una brecha que esta organización busca cerrar ahora con nuevos modelos financiero.
Alianzas estratégicas y proyectos en México y Latinoamérica
En México, la apuesta por la cultura y la economía creativa ya está dando frutos. Fundaciones como la Fundación Televisa y empresas como Cemex trabajan junto a la Unesco en proyectos de restauración patrimonial y educación artística.
Además, el sector privado se involucra con fuerza: Grupo Xcaret desarrolla un modelo de turismo cultural sostenible basado en identidad regional, mientras que BBVA México financia incubadoras de emprendimiento creativo en ciudades clave como Guadalajara y Oaxaca, generando empleos formales y dinamizando la economía local.
La región también ha consolidado la Red de Ciudades Creativas de la Unesco, integrada por México, Colombia, Argentina y Brasil, que fomenta la cooperación en gastronomía, cine, artesanía y música, dinamizando industrias culturales que apuntan a exportaciones con valor agregado.
Un nuevo ecosistema híbrido entre tecnología y creatividad
La Unesco impulsa programas de formación tecnológica con gigantes como IBM, SAP y Huawei para capacitar a más de 2.5 millones de estudiantes y docentes en habilidades digitales y creativas. Esta estrategia es fundamental para enfrentar un mercado global donde el talento y la innovación son el recurso más valioso.
En México y Latinoamérica, emergen startups que aplican inteligencia artificial y realidad aumentada en turismo y educación cultural, consolidando un ecosistema que combina identidad cultural con competitividad internacional.
Modelo financiero innovador y compromiso global
La Unesco también trabaja en un Fondo Internacional de Inversión Creativa que permitirá canalizar recursos públicos y privados hacia proyectos culturales, desde infraestructura hasta innovación digital. Este fondo busca un impacto medible en empleo y desarrollo, y servirá como modelo para México, donde la creatividad es abundante pero el financiamiento limitado.
El ejemplo más reciente es Uzbekistán, país anfitrión de la conferencia, que aprobó una Ley de Economía Creativa orientada a duplicar el aporte del sector al PIB para el 2030, con más de 14,000 empresas creativas y 100,000 empleos vinculados a la cultura y el turismo.
Por qué esto importa hoy para México
El sector cultural mexicano representa ya el 2.7 % del PIB y genera más de 1.4 millones de empleos, según datos del Inegi. Con el respaldo de alianzas globales y nuevas políticas, este segmento puede convertirse en el motor de innovación, inclusión y desarrollo económico, imprescindible para diversificar la economía nacional ante un mundo saturado de automatización y datos.
Ernesto Ottone, Subdirector General de Cultura de la Unesco, afirmó:
“El vínculo entre cultura y desarrollo no es simbólico: es estructural. Museos, escuelas y festivales generan cohesión social y empleo formal.”
El llamado de la Unesco es claro y urgente: invertir en cultura es apostar por el talento, la identidad y el futuro económico de México y toda América Latina. Hoy, la creatividad dejó de ser un lujo para convertirse en un imperativo estratégico que impulsa empleo, sostenibilidad y proyección internacional.
Con la economía creativa ganando terreno, México tiene frente a sí una oportunidad histórica para capitalizar su riqueza cultural combinándola con innovación tecnológica y un financiamiento nuevo, justo cuando la Unesco y sus aliados ganan fuerza para traducir estas ideas en resultados concretos.
La cultura ya no es solo patrimonio, ahora es desarrollo económico en marcha y una apuesta global que México no puede perder.































































