Desde su llegada al país en 2016, el factoring ha demostrado ser una herramienta clave para el crecimiento de los negocios, pero su acceso sigue siendo desigual. Según cifras de Cavali, en 2024, Lima y Callao concentran el 87.6% del volumen total negociado, equivalente a S/ 37,713 millones, lo que deja a los emprendedores de otras regiones en una situación desventajosa.
Un avance notable, pero insuficiente
A pesar de la disparidad, se han visto avances significativos en el uso del factoring. En 2023, las regiones fuera de Lima y Callao lograron representar cerca del 10% del total de operaciones, alcanzando un volumen aproximado de S/ 3,798 millones. Sin embargo, al cierre de 2024, esta participación disminuyó a 7.8%, aunque el volumen negociado en estas zonas creció un 41%, alcanzando alrededor de S/ 5,356 millones, según la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP.
Este crecimiento resalta la necesidad urgente de liquidez entre las pymes y un cambio en la cultura financiera del emprendedor peruano, que busca alternativas más flexibles y rápidas que los métodos tradicionales. Sin embargo, la realidad es que las barreras persisten y el camino hacia la inclusión financiera es aún largo.
Retos en la adopción del factoring
Uno de los principales obstáculos es el bajo nivel de familiaridad con el factoring como herramienta de acceso a liquidez. De acuerdo con Cofide en 2024, el 85% de las pymes no accede a financiamiento formal debido a desinformación o requisitos poco claros, y solo el 40% comprende cómo funciona el factoring.
La tecnología juega un papel crucial en acercar servicios financieros a regiones antes inaccesibles, pero su efectividad depende de una infraestructura adecuada y de iniciativas que fomenten capacidades económicas, formación y transparencia. En este sentido, la industria puede adoptar medidas concretas como campañas de educación financiera adaptadas a contextos regionales y alianzas con gobiernos locales para impulsar la difusión y intermediación.
Es esencial que el desarrollo del factoring en las regiones deje de ser una promesa y se convierta en una política concreta. Invertir en la inclusión financiera de los pequeños negocios no solo es cuestión de equidad; representa una estrategia para que más peruanos puedan crecer con el respaldo de un sistema financiero que cumpla con sus expectativas y sueños. Los avances son palpables, pero aún queda mucho por hacer.