Un grupo de destacados obispos y monjas católicos de Estados Unidos alzó la voz contra las severas políticas migratorias del presidente Donald Trump, que han llevado a la separación de familias y al temor generalizado entre los inmigrantes. En un panel de discusión en la Universidad de Georgetown, estos líderes religiosos expresaron su preocupación por cómo estas medidas están alterando la vida de la iglesia y de las comunidades estadounidenses.
El obispo auxiliar de Washington, D.C., Evelio Menjivar Ayala, afirmó que la implementación actual de las políticas migratorias “desestabiliza no solo la vida de los inmigrantes, sino también de familias enteras y comunidades”. Menjivar, quien cruzó la frontera de manera ilegal en 1990, recordó el dolor y la confusión que sienten muchas personas: “¿A dónde iremos si no somos bienvenidos aquí?”
Impacto del miedo en la vida diaria
Las nuevas directrices del gobierno, que permiten a los agentes de inmigración realizar arrestos en escuelas y lugares de culto, han intensificado el miedo entre las familias inmigrantes. La hermana Norma Pimentel, activista por los derechos de los migrantes, relató su experiencia al visitar a familias en centros de detención, describiendo las condiciones desesperadas en las que se encuentran. “Vi a agentes de la Patrulla Fronteriza llorar, dándose cuenta de que son seres humanos”, comentó con emoción.
Por su parte, los funcionarios del Departamento de Seguridad Nacional sostienen que no habrá espacios seguros para quienes se encuentren en el país ilegalmente, argumentando que sus políticas están diseñadas para proteger la seguridad pública. Sin embargo, muchos líderes católicos han manifestado su desacuerdo con esta postura, señalando que el miedo generado por las redadas ha provocado una disminución en la asistencia a misa y ha afectado programas clave de la iglesia.
El llamado a la acción y la esperanza
El arzobispo de Miami, Thomas Wenski, destacó la contribución de los inmigrantes a la economía del país, enfatizando que “algunos de sus mejores trabajadores son inmigrantes” en sectores como la agricultura y la construcción. Esta visión resuena con la misión de la iglesia de mantener viva la esperanza entre las familias que enfrentan adversidades.
En el condado de Los Ángeles, donde cerca de un tercio de los 10 millones de residentes nacieron en el extranjero, la situación es crítica. El arzobispo José Gómez alertó sobre el impacto de las redadas en la vida de las comunidades, señalando que al menos el 30% de los asistentes a misa han dejado de acudir por miedo. “La gente realmente tiene miedo de salir de sus casas”, afirmó Gómez, quien es el primer latino en presidir la USCCB.
Finalmente, los panelistas hicieron hincapié en la importancia de educar a las comunidades sobre sus derechos y la necesidad de que la iglesia actúe con amor y apoyo. Menjivar concluyó que es crucial que los inmigrantes sientan que no están solos en esta lucha, y que “Estados Unidos es un país de inmigrantes”, donde la esperanza por una reforma migratoria sigue viva.