El 2 de noviembre es una fecha significativa para la Unión Sindical de Voceadores de Periódicos y Similares del Estado de Yucatán, ya que se lleva a cabo un emotivo homenaje a aquellos que han partido. Cada año, el gremio se reúne en su mausoleo para recordar a los amigos y colegas que compartieron esta noble labor.
Durante la ceremonia, se reza el rosario en un ambiente que mezcla la solemnidad con la celebración. Familias y amigos de los voceadores fallecidos se congregan en el lugar, esperando el rezo que acompaña a las almas en su “día de visita”. Un altar, adornado con ofrendas que incluyen dulces, kibis, pib, refrescos y cerveza, es instalado con esmero. Veladoras, flores y una cruz añaden color y fragancia al espacio.
Este año, once fotografías de socios que han fallecido en la última década fueron el centro de la ofrenda. En una entrevista, Ángel Ricardo May Sosa, secretario de la unión, comentó que esta tradición se ha mantenido desde hace doce años, cuando tomó el cargo de representante del gremio. “No nos olvidamos de ellos; aunque ya no están con nosotros, los recordamos siempre. Les ofrecemos misa, leemos sus nombres… no los olvidamos”, afirmó.
La ceremonia incluye la participación de una rezadora, quien guía las oraciones, y al finalizar se realiza un convivio entre los socios, acompañado de pib y refrescos. Antes del rosario, los miembros del sindicato se encargan de limpiar y mantener el mausoleo, donde descansan los restos de catorce socios.
Los nombres recordados en las oraciones de este año son: Pablo Negrón, Jorge Caballero, José May, Francisco Canul, Rita Cetina, Felicitos Chan, José Domingo Chan, Felipe Chan, Sergio Torres, Emilio Acosta, Faustino Poot, Antonia May, Rubén Pisté, Socorro Puga, Ramiro Medina, Enrique Alpuche, Basilio Muñoz, Pedro Lizama, Gerónimo Lara y Arceo Canul.
El líder sindical comentó que el terreno donde se ubica el memorial fue donado en 1971 por el entonces gobernador Loret de Mola Mediz. Desde entonces, se ha convertido en un lugar de descanso para quienes han ejercido esta labor. El sitio cuenta con 120 osarios y ocho bóvedas.
May Sosa expresó su alivio al señalar que, gracias a Dios, este año no se perdió a ningún compañero, a diferencia de años anteriores, cuando la pandemia cobró la vida de varios integrantes de la familia de voceadores. Finalmente, el secretario manifestó su deseo de que esta tradición perdure. “Como secretario retomé esta actividad porque se había olvidado. Hace 85 años la unión la realizaba, y hace 12 la reanudamos. Espero que esta costumbre perdure incluso después de mi gestión”, concluyó.
































































